Friday, June 18, 2010

Me autoelimino

Hoy, exactamente a las 7:15 del día, decidí cerrar este blog. ¿Por qué? Porque le digo adiós al Mundial. No estoy molesto ni frustrado, porque no soy tonto y descubro a tiempo el peso engañoso de las ilusiones. Sencillamente veo que ya no tiene sentido, que no se justifica el tiempo invertido, que es mejor leer o escribir libros. La revelación, repito, vino a las 7:15 de la mañana; y el detonante no podía ser más oportuno y más triste: lo peor que le puede pasar al fútbol es que el árbitro se convierta en protagonista. Y así ocurrió en el encuentro entre Alemania y Serbia, donde el árbitro español Ondino hizo gala de severidad mostrando amarillas y rojas a diestra y siniestra en un juego donde nunca hubo malicia. Hasta ahora el arbitraje había sido inobjetable. Pero al parecer el destino ha querido que en lugar del equipo español brille un árbitro de la Madre Patria. Doble mala suerte para España.
Repito, aquello fue solamente un detonante. Las razones se fueron acumulando y paso a enumerarlas:
1.- El la primera semana del Mundial he visto una cantidad innumerable de equipos malísimos e indignos. Esta es una doble desgracia, porque la dignidad muchas veces eleva a los equipos débiles o mediocres. Y la dignidad solamente se conserva cuando se lucha honorablemente, oponiendo talento a talento, jugando a ganar a pesar de las limitaciones, creciendo en la adversidad, haciendo mucho con poco. Eso ya no pasa en los mundiales, mucho menos en este, que hasta ahora es el peor. Los equipos malos sólo quieren ser espejos de sí mismos, quieren mantener su identidad, no buscan ir más allá. ¿Cuál es entonces la receta del éxito? 9 jugadores en el mediocampo impidiendo la creatividad contraria, 9 jugadores en la defensa para rechazar todo peligro, 5 defensas en la línea de gol para que el arquero no se sienta solo, búsqueda insólita de un golpe de suerte que convierta su miseria en triunfo. Es la historia de Grecia, Suiza, Argelia, Eslovenia, Eslovaquia, Serbia, Australia, Nueva Zelandia, las dos Coreas, Uruguay, Paraguay, Italia y muchos otros. Como los equipos buenos sabían que esto iba ocurrir, decidieron también ser cautos, apostar por la defensa sólida, para evitar sorpresas desagradables. Hay un puñado de equipos dignos: Alemania, Holanda, España, México, Estados Unidos, Inglaterra, Costa de Marfil, Brasil e Inglaterra. Pero con 9 equipos que solamente son dignos, que no tocan la grandeza, no se puede hacer un mundial.
2.- Estoy acostumbrado -mal acostumbrado tal vez- al fútbol épico. Me gustan las grandes batallas que se graban en la memoria por la calidad de los equipos, los jugadores, las jugadas, los goles. Me gustan encuentros similares a los que protagonizaron Rusia y Brasil en el 82, Rusia y Holanda en el 88, Alemania e Italia en el 70, Inglaterra y Camerún en el 90, México y Argentina en el 2006, Francia y Brasil en el 98, Holanda y Checoslovaquia en el 2004. Esos encuentros son cada vez más raros. En la década de los setenta y ochenta eran cosa común en los mundiales, donde todo partido tenía algo de grandeza. Ahora lo que abunda es la mierda. Tener que ver un encuentro entre Suiza y Grecia debe ser la obligación más melancólica de la tierra. El evento espera por su poeta.
3.- Hay una tercera categoría de equipos. Una categoría que en este mundial sólo tiene un representante: Portugal. Los lusitanos son un enigma negativo. Tienen talento de sobra para llegar lejos. Nunca juegan en busca del empate estratégico. Atacan y quieren ganar. Pero como la realidad nunca se acomoda a los sueños, comienzan a desesperarse y a ejercer una práctica que se está volviendo peligrosa tradición: el juego sucio. Los portugueses paten las piernas del rival, usan los brazos y los puños para abrirse paso, practican el insulto desvergonzado (en el partido contra Costa de Marfil, era normal ver a Carvallo y Ronaldo gritando a viva voz "fuck off"). El paso de Scolari por el fútbol lusitano ha tenido consecuencias trágicas.
4.- La intervención intelectual. Desde México hasta España, los intelectuales han comenzado a hablar y escribir de fútbol. Es una suerte de fiebre que ha llegado hasta Chicago. La mayoría de los escritores pretende ir más allá del fútbol, quieren hablar también de su vida y su pasado. Los recuerdos relacionados con Pelé y Maradona se mezclan con nostálgicas memorias familiares; circulan entonces por el texto padres amorosos, amigos perdidos, novias que no fueron, etc. Pura paja, pura paja. Cuando el intelectual no hace eso, quiere ser experto. Así, en el blog de Letras Libres, un pobre infeliz se atreve a corregir las fallas del entrenador mexicano, el Vasco Aguirre, sugieriéndole incluso a quién debe alinear, en qué posición poner a fulano y qué esquema es garantía de triunfo. El hecho de que Aguirre casi nunca explique sus decisiones se debe a que conoce la extensión y el atrevimiento de la ignorancia. Ha tejido glorias en el Atlético de Madrid y su currículum es francamente notable, es ridículo que venga un pinche ratón de biblioteca a decirle lo que tiene que hacer.
5.- El inevitable hombre de empresa. Para evitar las cosas grotescas a que nos acostumbra Univisión, elegí ESPN. Es igual en todas partes. El inevitable hombre de empresa está allí. Todas las compañías del mundo son ahora mundialistas, los jugadores, como putas, salen en todos los comerciales. Revistas como Vanity Fair, que nada tiene que ver con el fútbol, tiene a Ronaldo en la carátula. Se trata de campañas monstruosas para crear ídolos de barro. Quién no sabe que Totti tiene la inteligencia de un caballo, pero no su elegancia; nadie ignora la soberbia de Ronaldo; todos sabemos cuán iletrado puede ser un jugador, pero aún así, saltándose el proceso de alfabetización, puede convertirse en semi-dios. He allí una de las grandes señales del subdesarrollo. Dudo mucho que en Francia o Alemania los niños colecciones figuritas de futbolistas en álbumes multicolores. En el año 82 -qué año para el fútbol, Dios mío- uno podía escuchar con placer a Sócrates. Hombre culto, se había graduado de médico antes de entrar al Corinthians. Encima era militante del partido socialista. Pero militante con criterio.
6.- El afán de victoria. Todos quieren ganar. Es hipócrita quien diga que no. En Argentina se desviven defendiendo el buen fútbol, la creatividad, la imaginación y el talento, pero si campeonan no les importa cómo: por eso tuvieron a Bilardo. Igual ocurre en Brasil. Quisieron olvidar el fracaso del 82 y nos dieron la victoria triste del 94. Los mejores de todos los tiempos jamás campeonaron: ni Sócrates ni Cruyff levantaron la copa. ¿Por qué? Porque para ellos lo primero era la dignidad del juego, su belleza. La victoria le permite soñar al pequeño, pero la historia no lo salva porque el pequeño jamás dejará de serlo. ¿Quién recuerda que Grecia ganó la Euro del 2004? Los que tienen buena memoria, recuerdan más bien la manera infame en que la ganó.
Por mi hermano me acabo de enterar que perdió Alemania. No me sorprende. La estrella del partido fue el árbitro, que quizá no vuelva a arbitrar en este mundial ni en ningún otro. Pobrecito. Es un alma apasionada. Sabe Dios qué traumas lo llevaron a decisiones tan aguerridas. Tiene suerte de que en Alemania no hagan berrinches. Klose casi ni protestó su expulsión. Para la prensa alemana el hecho será noticia de un día, quizás de un par de horas. Otro fue el cantar cuando cierta basura expulsó a Totti en el 2002; los italianos lloraron por cuatro años consecutivos e inventaron un nuevo modelo de inodoro al que bautizaron con el nombre del infeliz árbitro ecuatoriano que tomó la drástica medida.
Adiós Mundial. Voy por un té y a disfrutar de una mañana esplendorosa sin fútbol.
Araña Negra

Tuesday, June 15, 2010

Cosas horribles que nos trajo este Mundial

No hablemos exclusivamente de fútbol. Ya dijimos lo necesario sobre Alemania, el mejor cuadro hasta ahora; y lo mínimo sobre Grecia, el peor de lo que queda. Cuidemos nuestro corazón de rencores inútiles y con el alma en paz esperemos que todos los malos se vayan en la primera ronda. Que queden solamente aquellos que brillan, aunque nos ofrezcan su talento a cuentagotas, aunque se guarden lo mejor para las rondas finales. Tal vez Lampard, Snejder o Fabiano no han mostrado lo que valen, pero lo harán cuando menos lo esperen los envidiosos de siempre.

Mientras tanto, señalemos las cosas horribles que trajo este Mundial, ordenadas según el grado de asco que generaron en este pobre blogger, que ni siquiera piensa explicar el por qué de su desdén y su enojo:

1.- El balido de Shakira. Como si no hubiera talento suficiente en Africa, la FIFA decidió continuar la tradición del mal gusto. Ricky Martin por lo menos cantaba. Enrique Iglesias es indefendible. Shakira, Dios mío, es un castigo.

2.- La cara de Juanes. Al principio yo pensaba que se trataba de muchos. Pero hay en realidad un solo Juan con nombre plural. El misterio de la "s" no lo conozco ni quiero conocerlo tampoco. El flaco canta pura escoria y a sus tatuajes orlados prefiero, con sinceridad, los del preso. Nada malo en este pobre engendro.

3.- El reemplazo de Dorismar. Como la flaca argentina ya no está para enseñar las nalgas en las calles de Pretoria, Univisión se ha conseguido una culona brasileña que grita como el topogigio y se sabe la biografía entera de Kaka. Sí, para Univisión el fútbol no es cosa seria ni cosa de pies tampoco, es parada militar de banderas y culos.

4.- Las reseñas de Quintín. Por si no lo saben, Quintín anima uno de los blogs más populares de latinoamérica: La lectora provisoria. En él escribe de cine, literatura, política y fútbol. En los tres primeros rubros a veces deja ver una aguda inteligencia. En el último cojea. Se convierte en un viejito gruñón y mentecato, un verdadero compadrito a veces. Su desdén lo aplica por igual a Ballack o Sneijder; su odio tiene como blanco a Brasil y a Dunga. Cuando el sentido del humor le falla, pide que se suprima del fútbol el primer tiempo de los partidos porque la diversión siempre está en el segundo. Cuando no se atora con bife y tomates, mira hasta el cansancio los partidos de la liga argentina, según su gusto provinciano, mucho mejor que el Mundial.

5.- Don Francisco y Chilavert. Para Univisión, no hay mejor comentarista que Don Francisco cuando se trata de ver el futuro de la selección chilena. El pobre disimula su indigencia en materia de fútbol hablando de los días que pasó en Sudáfrica. Univisión, verdadero estercolero hispano, no se contenta con este viejo achacoso; tiene que regalarnos además al inevitable Chila, filósofo de lupanar metido a arquero en tiempos en que la pelota era cuadrada.

6.- El inevitable hombre blanco. Los comentaristas ingleses pues. Ya no cazan leones en la India, ya no buscan el origen de los ríos africanos, ya no colonizan tierras en nombre de la reina y el imperio. Pero todavía ríen cuando ven que un coreano hace una jugada de lujo, como si la cosa fuese imposible. Y si antes, en tiempos de la Revolución Industrial, pregonaban el vigor y el empuje; hoy son más conservadores que mi tía Marcelina; hasta en el fútbol. No dudan en resaltar las cualidades defensivas de un cuadro, así el mismo juegue sin un solo mediocampista o delantero y tenga 4 arqueros clavados en la línea de gol.

Para contrarrestar los efectos de esta marea degradante, qué mejor que algo realmente bueno, algo maravilloso, como esta canción de Ismael Lo:

Monday, June 14, 2010

¡Viva Alemania!




La primera ronda de partidos está a punto de terminar y el balance es tan pobre, que uno quisiera que el Mundial siempre se celebre en Europa. Piense el lector en las experiencias tristes del 94 y el 2002: mundiales horribles, que bien terminaron en penales o escándalos bien disimulados por la Fifa y por la prensa (me refiero al partido Brasil-Bélgica). En cambio, cuando el Mundial es en un país europeo, debemos prepararnos para los partidos épicos e inolvidables, cuyos protagonistas son los sospechosos de siempre.

La Araña Negra no es ingenua, y supo desde un principio que este Mundial no sería bueno, aunque conservaba la esperanza de que no fuera tan malo. Después de ver a Grecia, Eslovenia y Argelia, esa esperanza casi se desvanece por completo. Nunca el fútbol fue tan feo. Parecía -no bromeo- la liga provincial del Perú, con la diferencia de que en los Andes siempre hay uno que otro anónimo héroe que la hace de lujo cuando la inspiración le aconseja.

Pero bueno, en eso estábamos. Cuando de pronto llega Alemania. Un equipo enteramente juvenil, multiracial, multinacional, y sin más ambición que ganar bien. El cuadro cambia por completo. Los pases son precisos, la creatividad hace que el juego fluya en toda la cancha, se instaura un ritmo y se impone un estilo. Eso de que los alemanes son unos robots -como solía afirmar Pelé- es una soberana tontería. Ozil, en un par de años, no tendrá que envidiarle ninguna cualidad a Messi; Lham es el mejor del mundo en su posición de juego; Klose es admirable como jugador e individuo -mírele usted el semblante, la actitud, tan distante de esa soberbia que las multinacionales crean puliendo la imagen de tanta bestia que en su vida ha tocado un libro. Los demás son igual de buenos; el equipo entero quiere sustituir a Holanda en el corazón de aquellos que amamos el fútbol como arte.

Demoler a Australia no es fácil. Es como demoler a esos equipos que meten a todos sus jugadores en el mediocampo para anular la creatividad del rival, para estancar el juego y generar el empate estratégico o la victoria milagrosa. Todos esos equipos son hijos de Italia. Su lema es "no dejar jugar", porque debido a un complejo de inferioridad se cree que el rival siempre es mejor -lo cual, desgraciadamente, suele ser cierto. Desde 1986, el fútbol se orienta por ese camino porque le permite al pequeño soñar que es grande: Grecia fue campeón de la Euro en el 2004 y con eso lo digo todo.

Pero Alemania siempre fue grande porque siempre halló la llave. Y en esta ocasión, como suele hacerlo, demostró que encontrar esa llave no es difícil. Basta con jugar bien. La imaginación, la velocidad controlada, la inteligencia colectiva, el espíritu de combate y el sentido del ritmo, siempre se imponen a la rigidez si se persiste, si se es fiel al estilo propio y se juega con honor. Sí, a diferencia de otros cuadros con más nombre y jerarquía, Alemania propone una ética de la que no va a distanciarse en todo el torneo. Sin esa ambivalencia de un Brasil que a veces quiere jugar bonito, sin los sueños desmesurados de esa Argentina huérfana de Riquelme, sin ese aparato mediático que ha engrandecido a la selección de Fabio Capello, Alemania nos ha dado otra vez una lección de humildad, mesura y estilo. Por esta verdad sencilla, que viva Alemania.

Una mirada a los torpes más goles



por Gerardo Cárdenas


Es inevitable. En una justa de alta tensión como lo es un Mundial alguien va a cometer, en algún momento, una tontería memorable. Los aficionados de ese equipo se desesperarán, clamarán al cielo, se desgarrarán las vestiduras y habrá llanto y rechinar de dientes. Los aficionados del rival se descojonarán de la risa y secretamente se felicitarán que el momento de fugaz estupidez haya caído en campo contrario.

La tontería puede ser irrelevante, o puede tener consecuencias desastrosas. Si pasa lo segundo, entonces ese momento se recogerá en los anales de la historia negra del país victimizado por la instantánea gilipollez.

En ese sentido, el sapo que se tragó en Rustenburg el arquero de Inglaterra, Robert Green, y que permitió a Estados Unidos el empate 1-1 en el inicio de las hostilidades del Grupo C podría ser una de las burradas que se queden para siempre en el álbum de los gafes mundialistas. O no. Todo depende de si el empate entre ingleses y estadounidenses tiene alguna consecuencia en quién pasa a la segunda ronda, y quién queda eliminado.

Green, a quien el técnico Fabio Capello dio la confianza de la titularidad por encima del veterano David James y del juvenil Joe Hart, está que no lo calienta ni el sol. El prestigioso diario The Times de Londres ya clasificó su bobada como “el peor error cometido por un guardameta inglés en un torneo de relevancia en la historia” y está llevando a cabo una encuesta en su sitio Web para ver si los aficionados prefieren que James o Hart sustituyan a Green para el partido contra Argelia el 18.

Green no ha dicho esta boca es mía, al menos al momento de escribir este blog. Bien podría culpar al balón – muchos guardametas se han quejado de los imprevisibles giros y botes del balón mundialista. Pero el hecho aquí queda: el tiro de Clint Dempsey era parable, y le rebotó de los guantes hacia el interior de la meta.

¿Es el error de Green el gol más tonto en la historia de los Mundiales?

Yo recuerdo al menos otros cinco iguales de desastrosos.

2002: Cuartos de final del Mundial Corea-Japón, 21 de junio en Shizuoka. Inglaterra y Brasil van empatados 1-1 cuando Ronaldinho Gaúcho cobra un libre directo desde 42 metros y, viendo adelantado al meta inglés David Seaman, le clava una velita perfecta. Seaman, por cierto, se había tragado un gol casi idéntico en 1995 del ceutí Mohamed Alí Nayim que significó el triunfo de Zaragoza 2-1, en tiempo extra, en la final de la Recopa ante el Arsenal.

1990: Mundial de Italia. Octavos de final. 23 de junio en Nápoles. René Higuita, guardameta de Colombia, demuestra su impresionante coeficiente intelectual cuando, por andar jugueteando a tres cuartos de cancha, es desposeído del balón por Roger Milla, quien marca a puerta vacía. Camerún vence 2-1 a Colombia.

1970: Mundial de México. Final. Junio 21 en el Estadio Azteca. Brasil gana 1-0 a Italia, cuando un pase errado de Clodoaldo a Brito provoca que Boninsegna se robe el balón y avance a la meta carioca. Félix, el meta, sale alocadamente, se hace un lío con Brito, y entre los dos dejan solo al delantero italiano quien anota el momentáneo empate.

1970: También en el Mundial de México. Cuartos de Final. 14 de junio en Toluca. México gana 1-0 a Italia, cuando un servicio cruzado de Domenghini es desviado por Gustavo “Halcón” Peña y el arquero mexicano, Ignacio Calderón, se traga la píldora. Calderón viviría una tarde fatal, aceptando tres goles más de la Squadra Azzurra.

1978: Primera fase del Mundial 1974. 18 de junio en Gelsenkirchen, y 19 de junio en Múnich. Yugoslavia y Polonia, respectivamente, destrozan a Zaire y Haití, que habían tenido el atrevimiento de llegar a un Mundial, por 9-0 en el primer caso, y 7-0 en el segundo. No todos los 16 goles son culpa de los desafortunados arqueros (Kazadi Muamba y Tubilandu Ndimbi por Zaire, Henri Francillon por Haití). Pero en muchos de los goles ambos metas, francamente, no tienen ni idea de lo que está pasando.

Green no está sólo. La profesión de portero es la más solitaria e ingrata del mundo.

Friday, June 11, 2010

El mito del eterno retorno... al desastre


Por Gerardo Cárdenas

A estas alturas, querido lector, usted, que es persona informada, ya sabe que comenzó el Mundial 2010, que México y Sudáfrica empataron 1-1, y que Francia y Uruguay aburrieron con un gris 0-0, con lo que el Grupo A ha cumplido sus expectativas de ser, hasta ahora, el Grupo de la Muerte. No le aburriré entonces con detalles de estos juegos, sino que trataré de reflexionar sobre los hilos invisibles que mueven a los futbolistas y a sus técnicos.

Los experimentos de Aguirre

Algo le pasa a este buen hombre que dirige los destinos del “Tri”. Mi lado paranoico cree en una conspiración en la cual los poderes políticos y comerciales del fútbol mexicano le dictan la alineación. Mi lado crédulo estima que tal vez realmente no sabe a quién poner, pero creo que desde que tomó el mando del Tri, Aguirre no ha repetido nunca la misma alineación.

Eso no se puede - no se debe – hacer en un Mundial. Para bien o para mal, eliges 11 titulares, más 4 o 5 tipos que tendrás a la mano para relevos. Y con esa carabela te hundes.

Ante Sudáfrica que, seamos honestos, no tiene mucho fútbol, Aguirre puso al guardameta más enano del Mundial, a un mal carrilero derecho (Paul Aguilar) y a su peor delantero (el Guille Franco). Y a la hora de los sustos, con los Bafana Bafana ganando 1-0 (merced a un zapatazo que cierto guardameta pudo haber desviado, si hubiese tenido 10 o 15 centímetros más de alcance), metió a los que tenían que haber jugado desde el principio.

Un defensa, siempre un defensa

Cuando ya quedaban sólo 12 minutos, el veterano Rafa Márquez anotó el gol del empate mexicano. Es el mito del eterno retorno. Son los defensas, no los delanteros, quienes suelen acudir al rescate de México en partidos claves de los Mundiales: Halcón Peña en 1970, Fernando Quirarte en 1986, el propio Márquez ante Argentina en 2006.

¿Quién jugará entonces por México ante Francia? A este paso, ni idea. ¿Aparecerá Barrera, cuyas descolgadas por los carriles tanto necesitó México? ¿Jugarán Guardado y Hernández desde el inicio? Igual Aguirre mismo se pone botines y salta al campo, junto con los fantasmas de Negrete, Tomás Boy, y hasta Borja o el “Pirata” Fuente. Al paso que vamos…

Once individuos contra un bloque de cemento

Mientras Sudáfrica festejaba, y México eludía visiones de un nuevo desastre mundialista, Francia y Uruguay nos regalaron el primer chorro de plomo del Mundial. Un 0-0 patatero que hizo evidente que el fútbol andaba en otra parte.

Más allá de algún destello de Yoann Gourcuff, Francia demostró que no tiene empaque de equipo. Aparentemente, gente como Ribery, Anelka, Gourcuff, y otros no se llevan bien. Mal asunto para el entrenador Raymond Domenech.

Uruguay sí tiene empaque de equipo. Lo que no tiene es fútbol. Juega a lo de siempre: defensa a ultranza, patadas, y destellos en punta de Diego Forlán. Las patadas le costaron la primera roja del Mundial, en contra de Nicolás Lodeiro. Y Forlán tuvo el gol del triunfo en sus botas pero marró el remate.

Messi, Maradona, y la batalla de Bunker Hill

El sábado, Argentina enfrenta a Nigeria en el debut del Grupo B. El mundo espera la participación del nuevo genio del fútbol, Lio Messi, y espera también con nerviosismo el debut como técnico mundialista de Diego Armando Maradona.

Ingleses y estadounidenses se miden, buscando los primeros la revancha por la sorpresiva derrota del Mundial 1950; y los segundos buscando tal vez su propia afirmación como candidatos a mejores puestos. Es la reedición de la batalla de Bunker Hill, la primera batalla en serio de la guerra de Independencia de Estados Unidos.

Y para los aficionados más irreprimibles – el sábado también juega Corea del Sur y Grecia. Si se levanta usted a las 6:00 am a ver ese partido, mi más profunda admiración.

Wednesday, June 9, 2010

¿Quién fue el mejor de todos los tiempos?

Pregunta complicada no sólo por el hecho de que toda respuesta implica un grado de subjetividad, sino porque además obliga a soslayar diferentes factores de innegable importancia. Si tomamos en cuenta el factor generacional, quienes nacimos en la década de los setenta poco o nada podemos afirmar sobre el legendario Puskas, héroe de la escuadra húngara de 1954. Y si consideramos el factor geográfico, veremos que el prestigio de Maradona en Europa, aunque vigoroso, es menor que el de George Best o el de Cruyff. Y por una combinación de los factores cultural y emotivo, la aparente unanimidad con respecto al reinado de Pelé se rompe en su propia tierra, pues como afirma el escritor Paulo Coelho: "En Brasil amamos a Garrincha más que a Pelé, porque su vida fue trágica y eso nos atrae".

Pero he aquí una lista personal (basada en la cualidades que prefiero: la altura, el liderazgo, la elegancia) que el lector puede corregir y aumentar. Además, una foto (del mejor) y un video (del cuarto).

1. Sócrates
2. Zinedine Zidane
3. Johan Cruyff
4. George Best
5. Diego Armando Maradona
6. Ruud Gullit
7. Dennis Bergkamp
8. Rivaldo
9. Pavel Nedved
10. Steven Gerrard

Cinco buenas razones para ignorar a CR9


por Gerardo Cárdenas

No hay mejor momento para definir principios, establecer credos y trazar fronteras que los Mundiales de fútbol. Cuatro semanas de locura futbolística son pretexto suficiente para dar el puñetazo en la mesa y decir: ¡Yo voy por tal!, o ¡Fulano es el mejor del mundo!

Después ya tendremos el resto de la vida para glosar nuestros asertos, justificar nuestras pasiones, o desmentir nuestras propias palabras.

Es por ello que, a solo horas del inicio del Mundial 2010 en Sudáfrica, he decidido, de forma dramática y drástica, ignorar a Cristiano Ronaldo. Punto.

Creo que mi declaración ha provocado conmoción en Portugal. Me dicen que Fernando Pessoa se ha agitado tanto en su tumba, que ha creado un nuevo alter ego, aún por bautizar. Ya me confirmarán si es verdad.

Por supuesto, también el avezado lector comentará que, si mi objetivo es ignorar a Cristiano Ronaldo, y hacer público mi desdén, el mero hecho de “bloguear” al respecto traiciona y contradice mi objetivo inicial.

Créame, amigo lector, que no estoy para debatir silogismos ni admitir entropías.

Estoy para ver fútbol, y en este Mundial para mí fútbol significa Leo Messi, o Xavi Hernández, o Wayne Rooney, o Robbie van Persie. Fútbol es Iker Casillas, Gerard Piqué, Frank Lampard, Samuel Eto’o, el “Jefecito” Mascherano o Yaya Touré.

No Cristiano Ronaldo. Y le doy estas 5 razones.

1.- El fútbol es de hombres hechos y derechos, no de niños bonitos. El Mundial se juega con el ánimo de una guerra. El campo es trinchera, y los balones son proyectiles. La vida no vale nada y hay que saber dónde meter el balazo. Los niños bonitos, como Cristiano Ronaldo, lloran, corren y se esconden. Y si no me creen, recuerden a Beckham y su pataleta ante Argentina en 1998 luego del encontronazo con Diego Simeone (hombre hecho y derecho).

2.- Cristiano Ronaldo es mustio e hipócrita. ¿Creen que exagero? Recuerden cómo en el pasado mundial, el portugués presionó al árbitro hasta conseguir la expulsión de Wayne Rooney, su propio compañero en el Manchester United, en el partido contra Inglaterra, y cómo luego de forma evidente y obscena, se regocijó del hecho. Y después fue a llorar y quejarse de que en Manchester ya no le querían, y que no le quedaba más remedio que irse a Real Madrid… por la fruslería de 20 millones de dólares al año. O sea.

3.- ¿CR7? ¿CR9? ¿WTF? Cuando jugaba en Manchester, se hacía llamar CR7 (llevaba la camiseta 7). Pasó al Madrid, y como esa camiseta era, y sigue siendo, de Raúl González, entonces pasó a llamarse CR9. Es una de sus típicas payasadas, por no hablar de sus zapatos rosa, o de la obsesión que tiene por sus abdominales o por retratarse en ropa interior.

4.- Cristiano Ronaldo se hace chiquito en los partidos grandes. Verifíquenlo, a la hora de la verdad, cuando hay algo grande en juego, CR9 corre como la rata que es y se esconde en la primera cloaca. En el Mundial 2006, en la semifinal, desapareció ante Francia. En 2009, en la final de la Champions League entre Barcelona y Manchester United, Gerard Piqué lo convirtió en harina de pescado. Y lo mismo hizo este año, cuando Real Madrid se jugaba el título de la Liga española ante el Barcelona, y CR9 hizo mutis. Como siempre que hay algo valioso en juego.

5.- Cristiano Ronaldo no ha inventado nada. Pese a que él cree haber inventado el fútbol portugués, mucho antes que CR9 hubo gigantes del balompié como Eusebio, Mario Coluna, Antonio Simoes, Fernando Chalana, Rui Costa y Paulo Futre. Eusebio y Futre siguen siendo, y seguirán siendo para mí los más grandes jugadores lusitanos de la historia. CR9 tal vez nunca los vio jugar, estaría distraído admirándose los deltoides.

Seré coherente conmigo mismo. Para ignorar a CR9, acompaño este blog con una foto de la selección de Portugal en 1966, y unos vídeos de Eusebio y Futre. Ojalá el amable lector los disfrute, y se una a mi boicot contra… bueno, el tipo ese.