Saturday, June 5, 2010

Clarence the Likeable

Clarence Seedorf ni siquiera figura en la lista Maxim de las leyendas vivas del sexo. En un mundo que venera cantidades, Seedorf no puede dar una cifra extravagante. Es un seductor, sí; y todo el mundo lo sabe; pero de aquellos que toman en cuenta el detalle, la elegancia y hasta cierto punto el talento y la cultura de sus amantes. Seedorf además, sabe ser amigo, y lo ha sido -hasta límites riesgosos- de muchas de las mujeres de sus colegas del Calcio. Italia ha aprendido a quererlo porque a pesar de que se filtra en alcobas ajenas, no gusta de los escándalos y mantiene un perfil bajo.

En las listas de los portentos sexuales abundan, por lo general, estrellas del rock, como el baterista Wyman. Rara vez destaca un deportista. Y es que el rock está emparentado con el caos de la vida nocturna, con el alcohol y las drogas. El deporte, en cambio, exige una disciplina monacal y en no pocas ocasiones una abstención absoluta. Es raro el caso del tenista Ilie Nastase, que en una entrevista con Michael Palin negó haberse acostado con 2500 mujeres, como dice su biógrafo: "En verdad sólo fueron 900, pero el libro necesitaba énfasis". Igual de raro es el caso del fauno Marat Safin, the eternal partygoer, que desvirgó a la mitad de su gremio y vive en Moscú como un zar de la industria porno.

Seedorf no es así. Para lograr la calidad futbolística que lo ha hecho famoso, ha necesitado esfuerzo y disciplina. No desvelos, no drogas, no parrandas, no escapadas al Distrito Rojo ni aventuras intrascendentes en las discos de Milán o Roma. Seedorf ha apostado por el tiempo y ha sabido querer a sus amantes, que siempre lo supieron compartido, pero fiel a su modo. El número no importa, pero sí el estilo. El caso más excepcional tal vez sea el de Chiara Caselli, la bellísima e inteligente italiana que cautivó los cansados corazones de Rivette, Antonioni y Bellocchio; la que enamoró hasta la perdición a Brisseau y Robbe Grillet tras su paso destructor por Francia. Con Seedorf, Chiara fue una gatita sumisa, dividida entre su corazón, que intuía a la bestia, y su razón, que medía en él su carisma, su encanto, su suavidad traidora.

El mundo está lleno de chicos malos y el deporte no es una excepción. Hemos escuchado del pequeño ejército de tatuados que lidera Materazzi, de los seductores al estilo de Buffon, de las fiestas neoyorquinas donde se empapan a besos Cristiano Ronaldo y la heredera del imperio Hilton. Seedorf no pertenece a esa galería ingenua donde lo que más importa es la imagen. Es un hombre duro, forjado en la escuela de la calle, con una sabiduría instintiva del amor y el sexo, que no conoce fronteras. Sus amantes llevan todavía, en las muñecas y los tobillos, huellas de sogas y cadenas; y en la espalda y las caderas, la cólera del latigo que así como ama fustiga.

No, con Seedorf la historia es diferente. No importa la kawasaki diseñada para un sólo ídolo, ni el Ferrari Diablo, ni el Piguet en la muñeca izquierda. Importan las maneras. Interrogada sobre su cualidad principal, Chiara Maselli ha dicho escuetamente que es un hombre "suave". Efectivamente. Seedorf apuesta por la pausa, la tranquilidad, las horas y los días. Sonríe como en estado de gracia y emite solamente la palabra necesaria. Es un hombre relativamente culto. Sabe de literatura, música y quiromancia. Soñaba con ser mago, y lo es de algún modo. ¿Quién no cae por un hombre que sabe leerte la mano con sublime elegancia? En cierta ocasión le pidieron a Charlotte Rampling que definiera a un hombre encantador. Había conocido a Seedorf en una playa de Sesamo y pronunció su nombre en respuesta. ¡Ay, Charlotte! Tiene ya sesenta años y yo me casaría con ella sin pensarlo.

La única indiscreción de Seedorf tal vez haya sido el famoso affair Ronaldo. Pero no fue culpa suya, sino de la prensa amarilla de Italia. Todos saben del gusto especial que Seedorf tiene por la mujer brasileña. La hermosa Luviana ya le dio tres hijos. Clarence no podía ser indiferente al coqueteo incesante de la hermosa Milene. Su paso fue silencioso, su salto fue de tigre, su desempeño de toro. Y ella estuvo a la altura y sacó toda su garra amazónica. Fue Calipso, Circe y Ménade a un tiempo, y tras la hora del amor, dejó que el hombre se fuera. Suficientes nuevas para la nota picante. Clarence salió en los periódicos, Milene escapó a Brasil, Ronaldo estrenó cuernos.

Meses después, Milene, al ser interrogada en torno a Seedorf, solamente dijo que era un hombre "suave". Y tal vez esa palabra lo defina todo. Porque uno siempre imagina la sonrisa encantadora de Seedorf y recuerda al memorable personaje de Mel Brooks, ese malvado que todo lo conquista con una amabilidad devastadora: Simon the Likeable. Sí, cuando uno piensa en Seedorf, piensa en Clarence the Likeable.

No comments: