Sunday, June 6, 2010

La leyenda del torpedo asesino

Por Gerardo Cárdenas

No estaba hecho su cuerpo para las exigencias del fútbol alemán. Chaparrón, paticorto, lento, nada tenía que ver con las figuras atléticas de contemporáneos como Beckenbauer, Schwarzenbeck u Overath. Era el suyo un cuerpo más hecho para las minas de la cuenca del Ruhr, o para las líneas de armado automovilístico de Wolfsburg. Sólo los muslos, que eran gruesos como troncos y pletóricos de músculo, traicionaban su verdadero oficio.

Era más fácil imaginárselo con el overol azul del obrero, manchado de grasa o carbón, con el cigarrillo en la comisura de los labios, dándole fondo a una pinta de cerveza ambarina y a una colosal salchicha en algún Biergarten muniqués, después de largas horas de arbeit, bromeando con los amigos y echándole ojo a las pechugas de las meseras.

Mucho más difícil es imaginárselo anotando el gol que permitiría a Alemania ganar su segundo Mundial, tras el épico triunfo de 2-1 sobre la Naranja Mecánica de Cruyff y Neeskens.

Pero Gerhard Müller, Torpedo, tiene su nombre inscrito para siempre no sólo en los anales del futbol alemán, sino del Mundial. Pese a sus limitaciones físicas, hizo 558 goles en 628 partidos oficiales, y aún tiene el récord de goles en un Mundial, con 10 tantos en el México 70.

Sin técnica ni velocidad, era letal, como la mordedura de la serpiente mamba. Marcaba con la cabeza, con los dos pies, en corto, de larga distancia, al primer toque, al rebote, de volea, al bote pronto. Marcaba cuando era posible, y cuando era imposible.

Quizás el amable lector ya ha intuido alguna preferencia personal por Müller. Con sólo ocho años tuve el privilegio de estar en el Estadio Azteca el día de la semifinal mundialista Italia vs Alemania, el llamado “Partido del Siglo”. El mundo recuerda esa lucha de colosos, que Italia ganó 4-3 en tiempo extra, por el empaque y valentía de Beckenbauer, que jugó parte del partido con un hombro dislocado. O por el gol final del “Bambino d’Oro” Gianni Rivera. Yo nunca olvidaré el partido por eso, y porque Müller hizo dos goles, ambos atropellados y de carambola, y el segundo, el del 3-3, fue el típico gol de Müller, un cabezazo torpe, pero que se coló entre Albertossi y Rivera, que se recriminaban el uno al otro, con gesticulaciones dignas de Verdi o Puccini, mientras Torpedo celebraba explosivamente el empate.

Müller fue siete veces campeón de goleo en Alemania, dos veces Bota de Oro de Europa, y una vez Balón de Oro, además de cuatro veces máximo goleador de la antigua Copa de Europa, y una vez de la Eurocopa de Naciones. Con Bayern Múnich, con el que jugó casi toda su carrera, ganó cuatro Bundesligas, cuatro Copas, tres Copas de Europa, una Intercontinental y una Recopa.

Para el Mundial de 1974, jugado en su tierra, Müller era ya un veterano que sólo hizo cuatro goles: uno a Australia, otro a Yugoslavia, el tercero a Polonia.

Pero el cuarto, y final, cimentó su leyenda. Y fue el típico gol del Torpedo.

Alemania y Holanda empataban 1-1, todavía en el primer tiempo de la final. A dos minutos del descanso, Rainer Bonhof penetró en el área holandesa y centró a Müller, quien por supuesto no pudo controlar el balón a la primera. Tuvo que darse media vuelta, y rodeado de holandeses, largó un disparo flojo, raso y cruzado, pero que se clavó en las mallas. Y con eso bastó.

Grandes jugadores han vestido la camiseta de Alemania desde entonces. Bernd Schuster, Karl Heinz Rummenigge, Olivier Bierhoff, Michael Ballack. Para el Mundial 2010, Alemania resolverá sus necesidades de gol con Miroslav Klose y Lukas Podolski, ambos de origen polaco, Mario Gómez, hijo de español, y Cacau, un brasileño nacionalizado teutón.

Ninguno de estos causa el terror en las áreas rivales, que el chaparrón número 13 provocaba. Todos son atletas de largos miembros, torsos de gimnasta olímpico y velocidad de galgo. Pero sólo Müller creaba goles de balones muertos. Quinientas cincuenta y ocho veces balones tocados por el bávaro paticorto y de juego elemental, subieron al marcador.

Jugadores como él, ya no quedan muchos.

Gerardo Cárdenas, escritor mexicano, es director editorial de la revista Contratiempo (www.revistacontratiempo.com). Su blog, Ciudad de los Vientos, puede verse en www.gerardo1313.wordpress.com

1 comment:

Araña Negra said...

Gracias Gerardo. Mira que este blog ya parece europeo. Todo ha sido Alemania u Holanda.

Afortunado tú, que vista ese partidazo de Alemania contra Italia. Yo nunca fui a un partido de Mundial, todo lo que vi fue televisado. A mis 42, lo más viejo que recuerdo viene del 78. El flaco Menotti, Ardiles, Luque, Fillol... Nosotros, los de más al norte, Cubillas, Cueto (poeta de la zurda) y Oblitas (¿hubo alguien más caballeroso que este señor?), labrando el milagro ante Escocia... terminó 3-1.